Que levante la mano quién no ha tenido alguna vez un complejo de geriatra. Que se manifieste en la sala aquel que no ha perdido en el recuento de los años. Ella era mayor y tú solo un joven: inútil, pequeño, sin certezas, agobiado, voluble. Inconsistente. Ella con seguro de vida y tú un marinero atormentado sin timón. Ahogado en la orilla de las posibilidades.
Acabo de escribirle un comentario a Renato Cisneros; amigo, colega, ex compañero en Deporte Total, “hermano mayor” y blogger de Busco Novia; quien esta semana nos retorna a lo que para mí es un aleccionador desvarío platónico: el afiebrado cariño a una mujer mayor.
Y a manera de retratar ese extraño objeto de deseo, ‘Rena’ cita su encuentro con la nunca tan bien querida Mercedes Aráoz, “nuestra” ministra de Comercio Exterior y Turismo, la más aceptada, por mí y por usted. La misma lideresa que hace unos meses despertó la mejor inspiración de Luis Iparraguirre, inefable blogger de Crónicas de Pollada, en una carta muy bien escrita que no dejo de recomendar.
Esa funcionaria que al unir clase, intelecto y sensualidad, con esa voz ronca a lo Olga Zumarán (también mayor, también en su lugar), nos hace olvidar del APEC, TLC o si el Pisco es peruano o si Macchu Picchu es real maravilloso. Nada. El único tratado de libre comercio, con un pisquito sour de por medio, la única maravilla real es ese encuentro virtual que toda la blogósfera quiere tener con la señora Mercedes, con la ministra de la gente, aquella que sonríe coquetísima al ver crecer esa cofradía fulgurosa que sigue latente en la blogósfera.
¿Es válido aislarse de lo establecido y decirle a alguien que te lleva cinco años o más que quieres salir con ella? Puede ser. Para un joven entre 17 y 22 ir al cine con una chica de 25 o 30 es como un triunfo de Perú contra Brasil en eliminatorias. Un hecho aislado, pero celebradísimo, inesperado, sorprendente. Es ser campeón del mundo por un día. Lo malo es que cuando todo termina también puede ser un Perú-Brasil, pero con derrota 7-0 como en la Copa América del 97. Goleados, sin dignidad, atropellados en el orgullo. Solos.
Es un riesgo, por supuesto. ¿Vale la pena? Creo que sí, después de los 20 años estos parapentes emocionales en los que se convierten los callejones afectivos, sirven para seguir. Es la única manera de llegar a los 25 o 27 y saber que ante “Brasil” puedes festejar con vuelta olímpica o irte con la canasta llena de autogoles.
¿Existe edad ideal? Yo diría que poco después de los 20. ¿Se aprende? De todas maneras, hay un antes y después de una relación así. Dos veces volé sobre ese parapente de Edipo (aunque uno fue más un puenting sin soga), las dos con iniciales C., en el 2001 y 2003. Hace dos años encontré un disco compacto con los éxitos de Simon and Garfunkel, con Mrs. Robinson, The Boxer y The Sound of Silence (todos del soundtrack de The Graduate). Después de escucharlo, decidí llamar a una de ellas.
Me contestó un pequeño de unos 4 años y, tras estar a punto de colgarme al no entender quién era, "un amigo de su madre", me la pasó.
“Hola… ¿P…? ¿P… de San Marcos? Te contestó mi hijito…, ya todo ha cambiado, cómo te explico. Volví con mi esposo… ¿Y tú cómo vas?”
Así es este deporte de aventura, saludable al comienzo, mortal si te caes. Pero solo una vez. Jugarse todo por el premio mayor (de edad mayor) puede ser un disco inolvidable de una sola pasada. No hay espacio para el bonus track. Prohibido repetir porque puedes sentirte una vulgar ave de paso con un teléfono colgado de prisa. Porque puedes sentirte, al igual como yo cuando escuché a ese niño, un verdadero hijo de puta.
Dustin Hoffman en "El Graduado"
Homenaje a la señora Robinson "El Graduado"
Etiquetas: Incómodas
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
Mi querido Canelo...esta nota solo hace ver lo desesperados e ilusos que pueden ser algunos hombres. Y la tal Mercedes, la verdad que no solo esta tia, sino tambien con falta de glamour.
Chau
Buen texto doctore... la estás rompiendo...
W. G. C.
Publicar un comentario